CULTIVA BAMBÚ

Prácticas Silvícolas del bambú

Según Mc Clure las prácticas silvícolas con los bambúes, adoptadas casi exclusivamente en la zona asiática, son relativamente sencillas y guardan estrecha armonía con los notables rasgos genéricos y bioecológicos. En general, las cañas maduras se cortan y la regeneración se consigue a partir de las nuevas cañas que nacen cada año de los rizomas subterráneos, siendo esta simple práctica la seguida en todo lugar, con independencia de la especie o del tipo de bosque. Sólo después de floración gregaria, que de ordinario se produce a largos intervalos y tras de la cual las cañas de sí todas las especies se marchitan y mueren, se recurre a las semillas para la regeneración.

En los bosques de bambú se aplican cortas rasas y de entresacas. La práctica varía algo según hábitos de crecimiento de las dos grandes clases de bambúes ya descritas: la que forman macolla y de las de cañas simples. Con los bambúes de la primera clase las macolla constituyen la unidad de explotación, a la que se aplican clareos y cortas de mejora o de explotación. En el grupo de cañas aisladas, la zona de regeneración es análoga a la de un bosque ordinario, aunque quizá en menor escala, y en ella las cañas aisladas y diseminada forman la masa de explotación en toda zona de corta adecuada.

En ambas clases, con arreglo al tratamiento por cortas de entresaca, las cañas maduras se apean siguiendo un breve siclo de corta, pero de ordinario es de tres a cinco años. La edad optima para la corta comercial varía según la especie, pero de ordinario oscila entre dos y seis años. En general, las especies de mayor tamaño necesitan más tiempo para llegar a la edad de explotación, si bien este tiempo depende de gran parte del estado de los rizomas. Las cañas supermaduras pierden en calidad y en valor comercial y deben adaptarse las usuales precauciones silvícolas para preservar el vigor y la productividad máximos de los rizomas y cañas, por ejemplo cortando las cañas supermaduras defectuosas y sin valor comercial y procurando una distribución regular de las cañas dentro de cada unidad de explotación.

Con arreglo al método de cortas por entresacas, que con más frecuencia se aplica a los bambúes que forman macollas, la propia macolla constituye un pequeño bosque en que se practican clareos y cortas de mejora y de explotación, evitándose la excesiva espesura y hasta consiguiéndose una distribución regular de las cañas. Según este sistema, los bambúes reproducidos, sean de semilla, de rizomas o de esqueje, exigen de cuatro a siete años para llegar a formar una macolla normal de cañas de altura máxima capaces de producir anualmente nuevos retoños, si bien, en general, las plantitas exigen algo más tiempo para llegar a esta fase. Los ciclos de cortas de dos a cinco años son los preferidos, pero los de tres años parecen ser los óptimos para conseguir productividad y el vigor máximo de las cañas. El método de cortas por entresaca deberá aplicarse de modo que se reduzca al mínimo la perturbación, y es esencial conservar una parte de las cañas viejas (esto es, la de más de un año de edad, preferiblemente todas las del segundo año), tanto para el apoyo mecánico de los nuevos retoños como para mantener los rizomas en pleno vigor, prestando la debida atención al espaciado regular y a la necesidad de evitar la espesura excesiva.

Sin embargo, quizá sea preciso establecer normas de cortas bien estudiadas. Las aplicadas en el Asia sudoriental prohíben la corta de retoños nacidos en las últimas lluvias, la extracción de raíces o la corta de cañas a más de 30,5 cm. del suelo, excepto cuando la densidad de a macolla impide ajustarse a tal norma. En la India se han trazado normas parecidas (Seth, 1959) para Dendrocalamus stritus y algunas otras especies, en las que se prevé el momento de la corta, la altura de corta de las cañas, el número de las cañas que habrán de cortarse, las limpias y los clareos de mejora. La inspección que garantice el cumplimiento de estas normas adquiere así gran importancia, pero a la vez constituye un difícil problema.

Estos inconvenientes se salvan con el sistema de corta rasa, por su simplicidad y por la concentración del trabajo en tal sistema, así como la adaptabilidad a la mecanización, pero estas ventajas se anulan de nuevo por la necesidad de un ciclo de corta considerablemente más largo (ya que una macolla cortada a hecho exige más tiempo para llegar a su nueva fase de madurez y plena producción) y quizás por que las macollas quedan mas sujetas a la degradación y a la mortalidad. Por consiguiente, la elección de un sistema queda al criterio del propietario del bosque, si bien las masas de bambú explotadas durante un largo periodo de años parecen indicar que, en igualdad de condiciones, el método de cortas por entresaca da un rendimiento algo mayor que el de corta rasa, siendo por ello preferible.

Aunque también en el caso de los bambúes o cespitosos la corta rasa es la más práctica la que con más frecuencia se aplica, perece conveniente, aun con arreglo a esta práctica, conservar algunas cañas por hectarias, regularmente especiadas, para conseguir la productividad y vigor máximo de rizomas.

Sea cual fuera el sistema adoptado, debe siempre tener presente la posibilidad de que la floración gregaria se produzca en intervalos largos, pero más o menos regulares, en todo el cañaveral de bambú, muriendo en último término todas las macollas. Después de la floración gregaria, la regeneración se consigue de ordinario gracias a la germinación de las semillas al principio de la siguiente temporada lluviosa.

Entonces, la corta rasa es el único procedimiento adecuado. El terreno debe estar desnudo y la zona protegida contra el fuego y el pastoreo. De ordinario, las plántulas forman tapiz, sobre todo en los lugares en que el suelo mineral ha quedado de nuevo expuesto. Si cuentan con la debida protección, las plántulas consiguen sumergir la masa arbórea regenerada.

Las limpias descongestionan los bosquetes y rodales densos, favorecen la regeneración y facilita la explotación. De ordinario, el desbroces solo necesario después de la siembra para reducir la competencia por parte de especies arbóreas no deseadas. Pueden efectuarse cortas de mejoras y aclareos para extraer las cañas maduras que pudieran dificultar la regeneración natural. La poda se práctica solo con aquellas especies que producen setos espinosos. Aunque muy rara vez son necesarios minuciosos cuidados de cultivo, en muchos de los planes de explotación de los bosques indios se prevén tales operaciones. También en este caso la aplicación de estas normas está condicionada a la adecuada inspección.

En algunas zonas después de corta rasa, se recurre a la regeneración artificial. La siembra directa se ha aplicado con éxito en hileras, tanto con riego como sin el. En Asia y en la América tropical se han creado con todo éxito métodos de propagación. (McClure, 1952)

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